El otro día vi una película en el cine de
dibujos animados, muy divertida y demoledora que se
llamaba South Park. En ella, hacían una parodia, que los
críticos se han apresurado a tachar de "homofóbica";
esa parodia es un muñequito, bigotudo y con pestañas
postizas, que canta una canción que se llama "¡que
chupi-guay es ser gay!" coreado por todo un batallón
de "boys" con chaqueta y tanga de lentejuelas.
Por supuesto la gamberrada consistía en estereotipar el
prototipo gay por excelencia, festivalero, frívolo,
amanerado y luciendo su homosexualidad por bandera, como
único rasgo de identidad.
Como homosexual, me molestó que alguien representara a
un gay, como un mariquita amanerado, y me sentí un
poquito ofendido.
Hasta que vi en la televisión la manifestación por el día
del orgullo gay, y me di cuenta de que ese prototipo nos
lo hemos ganado bien a pulso.

¡Una manifestación del "orgullo gay", que
bonito!
Desfile carnavalesco de zapatos de
plataforma, pestañas postizas y culturistas en camisetas
de tirantes, dándose un morreo masivo y colectivo a los
pies de la Puerta del Sol, o meneando los, seguro,
absolutamente perfectos glúteos al son de Mónica
Naranjo o los Village People.
Y luego querremos que tomen en serio nuestras
reivindicaciones...
Todavía se me cae la cara de vergüenza al recordar la
sonrisita condescendiente del carpetovetónico
presentador del telediario al dar la noticia.
Puestos a reivindicar y a dar la nota, estoy seguro de
que sería una fantástica idea que El Corte Inglés,
creara el "Día del Gay", igual que existe el día
de la mamá, del papá, de los abuelitos... Ya me estoy
imaginando la publicidad:
"10 de Julio, día del gay ¡compren
ya sus regalos!"
"Todo lo necesario en complementos para el gay de la
familia"
"Día del gay en El Corte Inglés, ¡todos tenemos
un gay cerca, hazle un regalo!"
Patético ¿no?
Tanto reivindicar, tanta lucha y tanta bandera, para
luego resultar que somos nosotros mismos los que nos
consideramos como animalitos aparte de la raza humana.
"Estamos orgullosos de ser gays"... ¿lo
estamos?
Yo no lo estoy. Porque yo no soy "Adso, el gay".
Ser homosexual no me condiciona, ni me hace diferente a
mis compañeros, llevo una vida de lo más normal y mis
diversiones y mis intereses son los de cualquier chico de
mi edad.
No hay que estar "orgulloso" de ser gay. Hay
que estar orgulloso de ser buena persona, de ser honesto
consigo mismo, de tener buenos amigos; hay que estar
orgulloso de todo aquello que nos hace mejores. Que yo
sepa, ser gays no nos influye para nada. Estamos hartos
de quejarnos de que no somos bichos raros y, sin embargo,
nos amparamos en la multitud de una manifestación para
agarrar la banderita multicolor y dar gritos al resto del
mundo que nos mira como si mirara los monos del zoo desde
el otro lado de los barrotes. Nos amparamos en la
oscuridad de bares y discotecas de ambiente, como
hormigas en el hormiguero, apelotonándonos los unos
contra los otros.
¿Es que no somos lo suficientemente
fuertes, lo suficientemente seguros, como para vivir
nuestra homosexualidad en las facetas normales de nuestra
vida: casa, trabajo, amigos?
¿No tenemos narices para seguir siendo nosotros mismos
fuera del ghetto?
No. Seguramente no las tenemos.
Puedo llegar a comprender esta actitud en los
homosexuales maduros, que han tenido que sufrir años de
represión y ahora se desatan quizá con demasiadas
ansias; pero lo que más me preocupa, es ver a chicos jóvenes,
de veintipocos años o incluso de mi edad, que ya han
nacido y crecido en una sociedad más libre y tolerante,
y siguen empeñados en ser carne de ghetto.
Yo soy gay, tengo el pelo rubio y me encanta el chocolate
con almendras. Pero si mañana propongo el día del
"orgullo de los rubios" o el día del "orgullo
de los comedores de chocolate con almendras" me diréis
que es una estupidez, porque el color del pelo o la
comida favorita es algo "normal".
¿Y acaso el ser gay no lo es?
Pues lo siento, pero para mí sí lo es.
Por eso me pregunto ¿quién está más orgulloso de ser
gay: yo, que lo considero como algo natural que forma
parte de mi vida y no me condiciona, ni me hace mejor o
peor que un heterosexual, o los que, el otro día,
ondeaban banderitas y daban grititos amparados por una
multitud que pensaba como ellos?
Por favor, un poco de seriedad.
Las luchas y las reivindicaciones no se ganan debajo de
una pancarta, ni disfrazándose de Betty Boop. Si quieres
convencer al mundo que eres normal, actúa con
normalidad, y demuestra tu homosexualidad, abiertamente,
de forma natural; no un día al año, ni desde un desfile
de drags, sino toda tu vida.
Todos los días de tu vida.
Adso,
Madrid, 06/07/2000
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