Creo que
te amo,
te amo por que creo:
en el cielo,
en Dios,
en la grandeza del mar...
en ti.
En cada frase, pensada o sin pensar, que me
envías.
Por que cambias el rumbo de mi vida,
y creo que la encaminas
por buen rumbo...
Creo en ti con la fuerza de mis quince años,
con la inocencia que dejé atrás,
con la madurez que recién empieza a embriagar
mis sentidos,
y me hace conciente de ti.
Creo que estoy dejando atrás el simple deseo y
vislumbro apenas la fuerza del amor...
Creo que eres tú, quien alejará para bien la
soledad,
primero la tuya, y arrastrará la mía...
Creo que Dios hizo la exacta suma de átomos
cuando te formó, para que se identificaran con
los míos
y fuesen compatibles, más allá de los sentidos,
más allá de las distancias, más allá de
los tiempos,
más allá de ti, más allá de mí...
Creo que eres mi amigo y te convertirás en mi
amante... creo que serás un excelente
compañero... un
dios en el amor...
Creo que eres estrella... sino...
¿porqué brillas tanto?
Creo, solo creo, y porque creo te amo.
Te amo por que tengo fe en ti,
y en esta vida que me permitirá conocerte,
amarte y cuidarte,
sé que me cuidaras tú a mí.
Creo finalmente que Dios,
en su infinita sabiduría dijo, hace miles de
años,
millones de años atrás, segundos atrás:
- ¡Hágase la luz!... y se hizo la luz.
- ¡Haya agua!... y se hizo el agua.
- ¡Hágase el amor!... y se formaron dos nombres:
el tuyo y el mío. Los ángeles
se sorprendieron,
pero vieron la sonrisa de Dios y dijeron:
- Bien... no entendemos...
Pero Él rió, y cuando Él ríe, TODO ESTA BIEN...
¡Él nunca se equivoca!
Entonces, nos cobijaron con sus alas.
Creo, creo, creo, creo en estas lágrimas de
juventud
que corren ahorita por mi rostro,
sin apenarse,
porque no son lagrimas de tristeza,
sino de impaciencia.
Impaciencia por ti y por el día en que,
por fin, estés en mis brazos...
Te amo...
¿Lo sientes?
Creo... creo que... SÍ
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