21/06/99

 

 

  RELATO ÍNTIMO

Aún confuso y perplejo, entre aguas turbulentas que me impiden poner proa a destino cierto, voy desmenuzando impresiones y sensaciones sentidas y vividas hace escasos dias...Yo, un hombre apuntando a los 30 años, con un pasado quieto, amable y plano, me veo envuelto, tanto por el azar, como por ese momento de decisión que todos los tímidos tenemos en algun momento de nuestra vida, me veo envuelto, digo, en esta historia de amor, belleza, sexo y morbo, con todos los ingredientes del escandalo: gran diferencia de edad, igualdad de sexo, mi condicion de casado y padre feliz...

¿Te has preguntado Alberto, a tus 19 años recien cumplidos, las mismas cosas que yo? Quiero pensar que no, que para ti ha sido un episodio, de los muchos que la vida te tendrá reservados. Los adolescentes no desmenuzaís acontencimientos vividos, porque teméis que no quepan otros y el ansia de experimentar es grande... Tus respuestas secas y casi hoscas, a mis escasas preguntas, cuando ambos estabamos solos en la tienda de campaña, me golpean aun los timpanos. Quizás te invadía la misma fiebre que a mi y esperabas mis preguntas desde el día anterior... preguntas que no llegaban porque el miedo a romper de golpe la aventura del viaje, me mantenía preso y mudo. Al segundo día pasó ¿recuerdas?

Habíamos bebido algunos vinos con nuestros vecinos de camping, dos parejas de bellisimos jovenes nórdicos que sin hablar una palabra de nuestro idioma nos entendieron a la perfeccion. La noche mediterránea era apacible y las olas, próximas al camping, rompían con suavidad en la arena. Aunque sin luna, estabamos iluminados por pequeñas antorchas que colocamos en semicirculo. Lo avanzado de la hora y el caracter extranjero de nuestros vecinos, poco dados a levantar la voz, y susurrando sus platicas para no molestar, ayudaban a crear, sin gran imaginación, una atmósfera sensual...
Y cuando se fueron a dormir, quedamos solos, sin cruzar palabra, porque ambos necesitabamos hechos... y entonces surgió mi primera pregunta, que además era una afirmación añadida...

- Alberto: ¿estás caliente?... porque yo estoy ardiendo...

Tu respuesta, no por esperada, me resultó menos placentera... Lo que contestaste luego, no te lo tomé en cuenta: era normal en un adolescente con fama merecida de varonil y macho... Me dijiste:

- Nos la vamos a tener que cascar, porque a estas horas no encontramos dos chicas ni en sueños...

Una vez dentro de la tienda, te propuse juntar los sacos de dormir, para aminorar el incipiente frio humedo que se colaba por todas las costuras de la lona. Aceptaste, aun no se si por convicción a mi argumento climatologico, o por deseo de seguir mi juego erótico. Sea como fuere, nos encontramos muy juntos, y aunque vestidos, yo busqué distraidamente la ocasion de rozarte para asegurarme tu excitación. Aprovechando un movimiento tuyo de media vuelta hacia mí, para decirme algo, yo metí la rodilla entre tus piernas y noté con alegría infinita la dureza de tu carne...
Y ahora tenía que venir la segunda y definitiva pregunta... Contemplando tu cara adolescente de rasgos seguros, el brillo de mediodía en tus ojos verdes y tu boca de labios gruesos que enseñaban siempre un diente con la esquina inferior fracturada, pensaba en el ahora o nunca... Mañana volvemos de regreso y yo pronto marcho muy lejos...
La pregunta la hizo mi mano, que en un suave movimiento se mezcló con tu pelo negro zaíno, aun impregnado del salitre marino. Te pregunté si te gustaba que te acariciara el pelo y tú asentiste, y a partir de aquí todo fué más facil... Nos desnudamos y nos abrazamos para compartir calor y frío. Nuestros miembros, no encontraban fácil acomodo debido al estado de excitación mutuo, y nuestros labios se tocaron primero y se mordieron despues, mezclando salvajemente nuestras salivas en un pacto secreto y dado por sabido... Pocos minutos bastaron para sentir calor autentico y necesidad de despojarnos del cubresaco. El final llegó pronto, como era de esperar, y una placidez cansina nos invadió a ambos. Manchados como estabamos, nos abrazamos, nos besamos y nos cubrimos de nuevo...

El sol de mediodía nos despertó...

Juan
(España)

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