Aún confuso
y perplejo, entre aguas turbulentas que
me impiden poner proa a destino cierto,
voy desmenuzando impresiones y
sensaciones sentidas y vividas hace
escasos dias...Yo, un hombre apuntando a
los 30 años, con un pasado quieto,
amable y plano, me veo envuelto, tanto
por el azar, como por ese momento de
decisión que todos los tímidos tenemos
en algun momento de nuestra vida, me veo
envuelto, digo, en esta historia de amor,
belleza, sexo y morbo, con todos los
ingredientes del escandalo: gran
diferencia de edad, igualdad de sexo, mi
condicion de casado y padre feliz...
¿Te has
preguntado Alberto, a tus 19 años recien
cumplidos, las mismas cosas que yo?
Quiero pensar que no, que para ti ha sido
un episodio, de los muchos que la vida te
tendrá reservados. Los adolescentes no
desmenuzaís acontencimientos vividos,
porque teméis que no quepan otros y el
ansia de experimentar es grande... Tus
respuestas secas y casi hoscas, a mis
escasas preguntas, cuando ambos estabamos
solos en la tienda de campaña, me
golpean aun los timpanos. Quizás te
invadía la misma fiebre que a mi y
esperabas mis preguntas desde el día
anterior... preguntas que no llegaban
porque el miedo a romper de golpe la
aventura del viaje, me mantenía preso y
mudo. Al segundo día pasó ¿recuerdas?
Habíamos
bebido algunos vinos con nuestros vecinos
de camping, dos parejas de bellisimos
jovenes nórdicos que sin hablar una
palabra de nuestro idioma nos entendieron
a la perfeccion. La noche mediterránea
era apacible y las olas, próximas al
camping, rompían con suavidad en la
arena. Aunque sin luna, estabamos
iluminados por pequeñas antorchas que
colocamos en semicirculo. Lo avanzado de
la hora y el caracter extranjero de
nuestros vecinos, poco dados a levantar
la voz, y susurrando sus platicas para no
molestar, ayudaban a crear, sin gran
imaginación, una atmósfera sensual...
Y cuando se fueron a dormir, quedamos
solos, sin cruzar palabra, porque ambos
necesitabamos hechos... y entonces
surgió mi primera pregunta, que además
era una afirmación añadida...
- Alberto:
¿estás caliente?... porque yo estoy
ardiendo...
Tu
respuesta, no por esperada, me resultó
menos placentera... Lo que contestaste
luego, no te lo tomé en cuenta: era
normal en un adolescente con fama
merecida de varonil y macho... Me
dijiste:
- Nos la
vamos a tener que cascar, porque a estas
horas no encontramos dos chicas ni en
sueños...
Una vez
dentro de la tienda, te propuse juntar
los sacos de dormir, para aminorar el
incipiente frio humedo que se colaba por
todas las costuras de la lona. Aceptaste,
aun no se si por convicción a mi
argumento climatologico, o por deseo de
seguir mi juego erótico. Sea como fuere,
nos encontramos muy juntos, y aunque
vestidos, yo busqué distraidamente la
ocasion de rozarte para asegurarme tu
excitación. Aprovechando un movimiento
tuyo de media vuelta hacia mí, para
decirme algo, yo metí la rodilla entre
tus piernas y noté con alegría infinita
la dureza de tu carne...
Y ahora tenía que venir la segunda y
definitiva pregunta... Contemplando tu
cara adolescente de rasgos seguros, el
brillo de mediodía en tus ojos verdes y
tu boca de labios gruesos que enseñaban
siempre un diente con la esquina inferior
fracturada, pensaba en el ahora o
nunca... Mañana volvemos de regreso y yo
pronto marcho muy lejos...
La pregunta la hizo mi mano, que en un
suave movimiento se mezcló con tu pelo
negro zaíno, aun impregnado del salitre
marino. Te pregunté si te gustaba que te
acariciara el pelo y tú asentiste, y a
partir de aquí todo fué más facil...
Nos desnudamos y nos abrazamos para
compartir calor y frío. Nuestros
miembros, no encontraban fácil acomodo
debido al estado de excitación mutuo, y
nuestros labios se tocaron primero y se
mordieron despues, mezclando salvajemente
nuestras salivas en un pacto secreto y
dado por sabido... Pocos minutos bastaron
para sentir calor autentico y necesidad
de despojarnos del cubresaco. El final
llegó pronto, como era de esperar, y una
placidez cansina nos invadió a ambos.
Manchados como estabamos, nos abrazamos,
nos besamos y nos cubrimos de nuevo...
El sol de
mediodía nos despertó...
Juan
(España)
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a: laciudad@iname.com con la
mención "Para Juan"