Fue
un viernes, saliendo de clase, que
invité a un amigo a mi casa a comer.
Él
era un muchacho de mi edad, 16 años,
deportista, alto y musculoso, de piel
morena, con grandes ojos negros: un bello
chico, adorado por nuestras compañeras
que se desvivían por llamar su atención.
Él decía que, muchas veces, habían
llegado a buscarle para tener sexo y lo
hacían en forma realmente encantadora.
Todos sentíamos envidia de su suerte,
pero reconocíamos que era, no sólo
guapo, sino también una muy buena
persona, agradable y risueña.
Aquel día que le invité, despues del
almuerzo, subimos a mi cuarto. En la casa
no había nadie.
Nos pusimos a jugar y empezamos a
conversar sobre temas relacionados con el
sexo: cómo nos masturbábamos, cómo
soñábamos con chicas y cómo se nos
derramaba la leche, las revistas porno
que nos gustaba leer, etc.
Él me narraba con entusiasmo cómo las
chicas buscaban la ocasión de echar mano
sobre su paquete cuando le encontraban
sólo en algún corredor o en las
escaleras, cómo se la chupaban cuando
conseguían que él accediera a tener
sexo con ellas y cómo se le entregaban,
tanto por delante como por detrás.
Después
de un rato, él me dijo que apostáramos
para ver quien de los dos tenía la verga
mas grande ; yo, al principio, le dije
que no quería, pero en el fondo deseaba
que lo hiciéramos; tenia miedo o no se
que cosa, quizá tenía vergüenza.
Cuando nos las sacamos, ya estaban bien
duras las dos.
Mi amigo acercó su mano y me la empezó
a agarrar suavemente, acariciando la
cabeza de mi verga y yo la de él; sentía
la dureza y el grosor de ese miembro
hermoso y lo acaricié de abajo arriba y
viceversa, mientras le miraba respirar
aceleradamente, con los ojos
entrecerrados, abriendo su boca y gozando
mucho. Y nos las jalamos y luego,
acercando sus labios, me la mamó y yo
también se la mamé. No sabía a nada,
solo a piel, pero me gustó chupársela:
mis labios acariciaban la tersura de esa
verga anhelada y mojaba con saliva para
deslizar más suavemente, mientras él
acariciaba mi cabeza y movía su miembro
dentro de mi boca ansiosa .
Seguimos
jalando hasta que nos venimos casi al
mismo tiempo, él en mi boca y yo en su
mano que me masturbaba deliciosamente, y
me hizo sentir el mejor orgasmo que
había tenido hasta entonces.
Como
una semana después, él me invito a su
casa y yo fui porque quería volver a
acariciar y mamar su verga. Estando ahí
nos desvestimos y se la empecé a chupar
hasta que sentí que estaba a punto de
eyacular.
Entonces me hizo acostar, con mucha
dulzura en su cama... me puso de espaldas
y colocó mis piernas sobre sus hombros,
de modo que mis nalgas quedaron al aire,
frente a su hermosa verga erecta y
dispuesta a penetrarme.
Al principio tenía miedo de lo que fuera
a pasar porque, cuando me la empezó a
meter, me dolió; pero no me importó
mucho porque disfrutaba mirando su rostro
extasiado y luminoso, con la boca
entreabierta y los ojos que me miraban
cariñosos.
Después de un rato de bombeo, se vino
con un chorro de semen caliente dentro de
mi y yo me la empece a jalar hasta
venirme. Entonces, él acercó su boca a
la mía y nos fundimos en un delicioso
beso, húmedo de saliva dulce. Luego de
eso todavía nos quedamos un rato en su
casa .
Aún
ahora, algunas veces, voy a su casa para
hacerlo y siempre lo encuentro dispuesto
porque, apenas me recibe en la puerta,
acerca su mano a mi paquete y lo acaricia
mientras con su mirada me dice cuánto
desea penetrar mi cuerpo, para encontrar
en él ese placer que le hace delirar de
gozo.
Sólo con mirar su rostro mientras me la
introduce, me pongo en estado de
eyacular, tanto que algunas veces he
terminado, sólo con el placer que me
produce esa expresión de éxtasis divino
mientras bombea y luego tiene su orgasmo
que le convierte en una especie de dios
moribundo y glorioso.
¡
Cómo goza mi amigo cuando me hace el
amor ! ¡Cuánto gozo yo sintiendo su
cuerpo musculoso y moreno encima del mío!
¡ Cómo adoro sentirle disfrutando al
penetrar con su verga el hueco de mi culo
!
Victor
Escribir
a: ludwig6@hotmail.com