19/12/99

 

 

 

UN ADOLESCENTE DE HOY

Tengo 17 años y soy el menor de cinco hermanos. Mis hermanos siguen viviendo en un pueblecito de T. -que es de donde procedo yo-, pero yo vivo ahora con mis padres en O.
Nos mudamos a esta ciudad porque ya no aguantaba más mi antiguo pueblo. He sufrido mucho durante mi infancia, no solo por ser "diferente", sino porque necesitaba hablar con alguien que me entendiera, que se preocupara por mí como lo hacen los buenos amigos, y no lo tuve.

Estoy en el último año de instituto. Aquí en O. soy feliz: conozco a mucha gente en la capital de la provincia, que está muy cercana, y salgo de vez en cuando con ellos. Pero, el año que viene, quiero irme a Madrid a estudiar.

Siempre he pensado que todos nacemos siendo bisexuales (a mí me gusta más decir, simplemente: "sexuales"), y según las circunstancias de la vida -una mala experiencia hetero, un padre que no ejerce funciones de tal, etc.- te declinas por ser heterosexual u homosexual.
Claro que no es algo que tu elijas conscientemente, sino que hay alguna fuerza dentro de ti que te inclina hacia un lado u otro, te hace ser de una manera o de otra, sin que tú puedas hacer nada para evitarlo.

Mis circunstancias pueden haber sido, primero, un padre que nunca ha desempeñado las funciones que se supone le corresponden a un padre. No me refiero al tema económico, porque de eso no puedo tener queja, sino al aspecto humano y sentimental: no dedicó nunca parte de su tiempo para jugar conmigo, ni se ha preocupado nunca de saber como me iba en la escuela, o que amigos tenía... todas esas cosas que parecen nimias y que son, sin embargo, tan importantes.

Cuando yo tenía 8 años -y esto podría ser la segunda circunstancia determinante-, un vecino de mi pueblo, que vivía en el piso de arriba, me pidió un día que subiese a su casa para que le fuese a comprar algo (o con algún pretexto similar, no lo recuerdo muy bien ahora). En realidad, lo que quería era aprovecharse de mí...
Me sentí muy mal por todo aquello, no solo porque me había violado (aunque no existió penetración), sino porque yo sentía confusamente que aquello me había gustado. Nadie lo sabe, pero siempre me he sentido culpable por ello.

Por fin -y esta es la tercera circunstancia de la que soy consciente- tenía una amiga con la que solía jugar. Jugábamos a las muñecas -no recuerdo si eran Barbys o Cindys...- no porque me gustase, sino porque no tenía otra alternativa: o jugaba a las muñecas, o jugaba al fútbol... y a mi no me gustaba el fútbol (seguramente porque a mi padre tampoco le gusta...)
Después, durante muchos años, estuve sin salir de casa, con lo que pasé a ser el "marica" del pueblo... Aquello duro 8 largos años, aunque últimamente ya no me lo decían a la cara... Pero siempre había alguien que se reía cuando pasaba por su lado, o que me escupía...

En realidad, yo no soy afeminado, más bien todo lo contrario. Es cierto que no soy tampoco un "machote", pero no soy una "Cindy"...
Llevo muy bien esto de ser gay. Es más, si volviese a nacer, lo volvería a ser: ahora ya no es un problema para mí.

Mis padres saben mi condición y también una hermana mía (con la que mejor me llevo), pero no lo saben los demás miembros de la familia.
Mis padres evitan hablar de ello, y mi hermana intenta convertirme en heterosexual: los tres persiguen falsas esperanzas pero, bueno, ellos son felices así.

Javi (17 años), ESPAÑA, 1999

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