Tengo 17 años y soy el
menor de cinco hermanos. Mis hermanos
siguen viviendo en un pueblecito de T. -que
es de donde procedo yo-, pero yo vivo
ahora con mis padres en O.
Nos mudamos a esta ciudad porque ya no
aguantaba más mi antiguo pueblo. He
sufrido mucho durante mi infancia, no
solo por ser "diferente", sino
porque necesitaba hablar con alguien que
me entendiera, que se preocupara por mí
como lo hacen los buenos amigos, y no lo
tuve.
Estoy en el último año
de instituto. Aquí en O. soy feliz:
conozco a mucha gente en la capital de la
provincia, que está muy cercana, y salgo
de vez en cuando con ellos. Pero, el año
que viene, quiero irme a Madrid a
estudiar.
Siempre he pensado que
todos nacemos siendo bisexuales (a mí me
gusta más decir, simplemente: "sexuales"),
y según las circunstancias de la vida -una
mala experiencia hetero, un padre que no
ejerce funciones de tal, etc.- te
declinas por ser heterosexual u
homosexual.
Claro que no es algo que tu elijas
conscientemente, sino que hay alguna
fuerza dentro de ti que te inclina hacia
un lado u otro, te hace ser de una manera
o de otra, sin que tú puedas hacer nada
para evitarlo.
Mis circunstancias pueden
haber sido, primero, un padre que nunca
ha desempeñado las funciones que se
supone le corresponden a un padre. No me
refiero al tema económico, porque de eso
no puedo tener queja, sino al aspecto
humano y sentimental: no dedicó nunca
parte de su tiempo para jugar conmigo, ni
se ha preocupado nunca de saber como me
iba en la escuela, o que amigos tenía...
todas esas cosas que parecen nimias y que
son, sin embargo, tan importantes.
Cuando yo tenía 8 años
-y esto podría ser la segunda
circunstancia determinante-, un vecino de
mi pueblo, que vivía en el piso de
arriba, me pidió un día que subiese a
su casa para que le fuese a comprar algo
(o con algún pretexto similar, no lo
recuerdo muy bien ahora). En realidad, lo
que quería era aprovecharse de mí...
Me sentí muy mal por todo aquello, no
solo porque me había violado (aunque no
existió penetración), sino porque yo
sentía confusamente que aquello me había
gustado. Nadie lo sabe, pero siempre me
he sentido culpable por ello.
Por fin -y esta es la
tercera circunstancia de la que soy
consciente- tenía una amiga con la que
solía jugar. Jugábamos a las muñecas -no
recuerdo si eran Barbys o Cindys...- no
porque me gustase, sino porque no tenía
otra alternativa: o jugaba a las muñecas,
o jugaba al fútbol... y a mi no me
gustaba el fútbol (seguramente porque a
mi padre tampoco le gusta...)
Después, durante muchos años, estuve
sin salir de casa, con lo que pasé a ser
el "marica" del pueblo...
Aquello duro 8 largos años, aunque últimamente
ya no me lo decían a la cara... Pero
siempre había alguien que se reía
cuando pasaba por su lado, o que me escupía...
En realidad, yo no soy
afeminado, más bien todo lo contrario.
Es cierto que no soy tampoco un "machote",
pero no soy una "Cindy"...
Llevo muy bien esto de ser gay. Es más,
si volviese a nacer, lo volvería a ser:
ahora ya no es un problema para mí.
Mis padres saben mi
condición y también una hermana mía (con
la que mejor me llevo), pero no lo saben
los demás miembros de la familia.
Mis padres evitan hablar de ello, y mi
hermana intenta convertirme en
heterosexual: los tres persiguen falsas
esperanzas pero, bueno, ellos son felices
así.
Javi (17 años),
ESPAÑA, 1999
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